sábado, 23 de junio de 2012

Noche de San Juan = Noche de fuego, magia y tradición

Hoy, 23 de junio, se celebra la Noche de San Juan. Como todos los años, millones de personas se unirán alrededor de hogueras y fogatas para purificarse, pedir sus deseos más ansiados y ahuyentar de una vez por todas los malos espíritus que puedan rondarles.

La Noche de San Juan significa despedida y bienvenida en partes iguales. Despedida porque todos esos estudiantes que acaban de terminar los exámenes, salen a celebrarlo por todo lo alto. Y bienvenida, porque por fin podemos decir que empieza a oler a verano (aunque aquí en el norte le esté costando asomarse a Lorenzo). 


A mi en especial siempre me ha gustado esta festividad porque está muy arraigada en mi pueblo, Bermeo. Allí, como en muchos otros puntos del planeta, la fiesta comienza con la gran fogata que se monta en la plaza del pueblo. Pero antes, un grupo de jóvenes ataviados con ropaje negro simulando ser viejecitas, danzan alrededor del montón de ramas, hojas, papeles... que después serán calcinados. 




Este es un vídeo que tomo prestado de Youtube, gracias al usuario . Me suena que yo también tenía algún vídeo parecido, pero no lo he encontrado. Tras el baile, se enciende la fogata y muchos de los presentes aprovechan ese momento para tirar apuntes, bragas viejas y papelitos donde antes habrían anotado tres deseos que les gustaría que se cumpliesen a lo largo del año. Yo ya tengo los míos preparados, sólo falta que llegue la noche.

Después de una larga noche de fiesta, muchos se dirigen hacia San Juan de Gaztelugatxe, donde una vez subidas sus 237 escaleras, tocan tres veces la campana de la ermita. Se supone que esto también trae buena suerte. Y nadie puede volver a casa sin su escapulario y una bolsa de rosquillas.


Mi intención inicial era recopilar en este post leyendas y mitos de esta festividad y son muchas las páginas donde se habla de ello. Aquí va una pequeña lista de las supersticiones que existen relacionadas con esta noche (una parte ínfima de todos los que había, pero son los que más atención me han llamado).

1. La joven que sale al amanecer y se encuentra con un perro su marido será un goloso perro durante su vida. 
2. Si al salir después de las 12, te encuentras con un gato negro, significa mala suerte para el futuro. Y si es de cualquier otro color, está relacionada con la felicidad.
3. Al primero que encuentres y abraces después de las 12, puede ser tu pareja. 
4. Si a medianoche se hace una cruz en los árboles, producirán el doble. 
5. Si uno mira al espejo la Noche de San Juan aparecerá el Diablo.
6. Si nos cortamos las uñas o el pelo esa misma noche, crecerán antes. 
7. Si la noche de San Juan hacemos unos cuantos barquitos de papel (en uno apuntamos nuestro nombre y en los demás escribimos nombres de personas del sexo opuesto que nos llamen la atención) y los posamos sobre el agua, el que aparezca al lado tuyo al día siguiente, se convertirá en tu pareja. 

Viendo la hora que es, y el sueño que tengo, creo que ha llegado el momento de echar una cabezadita para estar preparada para esta noche llena de magia, leyendas y fuego. Espero que todo el mundo lo pase bien, al igual que yo (por lo menos esa es la intención)...

martes, 19 de junio de 2012

My Instagram and StreamZoo Pictures vol.4

Y hoy, después de más de dos semanas sin publicar post sobre este tema, vuelvo con una serie de 6 fotos que he editado utilizando las aplicaciones Instragram y Streamzoo...


Espero que ahora que llega ya el verano (aunque aquí en el norte parece que todavía quedan lejos los días de sol y playa) pueda salir más a tomar el aire y aprovechar para capturar cada imagen y paisaje que merezca la pena. Y sino, seguro que por casa encuentro algún objeto con el que hacer pruebas...

Mi segundo cuadro...

Hace tiempo que llevo queriendo hacer un cuadro para la habitación. Después del éxito que tuvo mi primer cuadro (que se puede ver aquí) y lo mucho que les gusto a familiares y amigos, me he atrevido a hacer otro. Éste es bastante más fácil, pero me han surgido varios problemas a la hora de su elaboración, algunas con solución, otras que no he podido arreglar. Antes de colgar ninguna foto, he de decir que no he quedado nada satisfecha con el resultado, pero la verdad es que desde lejos tampoco es que se noten tanto los muchos fallos que tiene el dibujo.

Aquí va el paso a paso...

Todo listo para empezar...
Parte del boceto...
La cosa va tomando forma...
Dando los últimos retoques...
Todas estas fotos son de ayer que es cuando empecé a ponerme manos a la obra. La verdad es que el boceto lo hice la semana pasada, pero una vez empezado a pintar sobre uno de los lienzos, empezaron los problemas. Los he reutilizado y alguno de los lienzos tenía ya marcas de lápiz, de un dibujo anterior que tenía esperanzas de terminar, pero como no me gustaba demasiado la idea, decidí pintarlo todo de blanco y empezar de cero. Pero el blanco no penetraba sobre el lápiz y se expendía todo lo negro.

Visto que esto no tenía solución, decidí bajar a los chinos a comprar otro par de lienzos (con los que me han sobrado ya tengo otra idea para un nuevo cuadro). Eso fue el sábado, pero hasta ayer no me había puesto en ello. Podía haberlo finiquitado ayer mismo, pero como entraba a trabajar de tarde, no me dio tiempo.

Hoy me he levantado pronto y ya está, ya he terminado mi tríptico que, aunque no he quedado muy satisfecha como bien he dicho antes, para no ser profesional creo que no me ha quedado nada mal. Juzgadlo vosotr@s mism@s...

El resultado...
Ya digo que los trazos no son nada definidos porque no disponía de un buen pincel para poder hacerlo, pero a medida que me salía de la raya, intentaba solucionarlo haciendo la raya más ancha. Al final ha quedado un poco ancha para mi gusto, pero cuando más lo miro, más me gusta. Igual los colores son un poco sosos, pero es lo que quedaba bien con la habitación. Aquí una foto de cómo ha quedado ya colgado...


En la foto no queda nada centrado, pero juro que lo he medido todo y queda justo en el centro de la pared. Es algo pequeño para mi gusto, pero creo que para poder hacer cuadros más grandes, tengo coger algo más de práctica porque los lienzos cuanto más grandes son también más caros y no quiero tener que desecharlos uno tras uno porque no me haya quedado bien. Creo que esto también, como todo en esta vida, es algo que lleva tiempo y poco a poco iré cogiendo algo más de soltura y podré elaborar mis propias creaciones. Esta imagen en concreto la cogí de Internet y le di mi toque personal cambiando los colores.

Como ya he dicho antes, ya tengo alguna ligera idea para mi siguiente cuadro, lo que no sé es de que colores se compondrá, ya que aún no he decidido cual sera su futura ubicación.

miércoles, 13 de junio de 2012

Ruta en coche por Francia

Como en Semana Santa no pudimos irnos de vacaciones por motivos de trabajo, reservamos una semana a mediado de abril para hacer nuestro segundo viaje grande del año, esta vez a Francia. Lo teníamos todo preparado. Había buscado toda la información necesaria por la red: ruta a seguir, lugares más importantes que ver en cada destino, un gasto aproximado de combustible... Y es que esta vez el plan era hacer una ruta en coche visitando Burdeos, París y La Rochelle, terminando en el sur, en la zona vascofrancesa.

DÍA 1 - Burdeos

El primer día salimos pronto de casa ya que nos esperaban casi 340 kilómetros hasta Burdeos y queríamos llegar para la hora de comer. Llenamos el depósito de gasolina y partimos hacia nuestro primer destino.

Cogimos la A-8 y en menos de una hora ya estabamos cruzando la frontera. El tiempo no nos acompañaba y nos llovió de forma constante durante más de la mitad del trayecto. Pero por suerte, cuando llegamos a Burdeos, había parado de llover. Era ya la hora de comer, pero teniendo en cuenta que allí comen muy pronto y que a partir de las 14:30 es muy raro que te atiendan en los restaurantes, sabiamos casi con total certeza, que tendríamos que comer en algún area de servicio cercano o comprar algo en un supermercado. Y es esto último lo que hicimos: compramos pan y un poco de embutido y nos lo comimos regado con un poco de agua.

Como todavía no podíamos registrarnos en el hotel porque, al ser fin de semana, la recepción cerraba hasta las 17:00, nos dirigimos al centro de la ciudad. Nos acercamos hasta el Jardín Público y dimos un paseo, disfrutando de la tranquilidad que se respiraba en el momento y los pocos rayos de sol que hicieron acto de presencia.

A pocos metros de aquí, se encuentra la Plaza de Quinconces donde se alza el Monumento a los Girondinos, construida a finales del siglo XIX. Se trata de una gran columna central con dos impresionantes fuentes de bronce a cada lado, dedicadas a la República y a la Concordia. En lo alto de la columna, también se puede ver una alegoría de la libertad rompiendo las cadenas de la opresión.

Y para cuando nos dimos cuenta, había llegado la hora de ir al hotel a dejar las maletas. Estaba a las afueras de la ciudad, pero no era ningún problema, ya que con el coche nos arreglábamos bastante bien. Después de registrarnos y descansar algo menos de una hora, nos fuimos otra vez al centro, para seguir con la ruta que habíamos planeado.

El siguiente destino era el Puente de Piedra (o Pont de Pierre en francés) que Napoleón I mandó construir sobre el río Garona entre 1810 y 1822. Delante mismo se encuentra también la Plaza de la Bolsa (Place de la Bourse), una espectacular plaza con una fuente de agua en la mitad en el que se reflejan los edificios contiguos. La vista es espectacular, sobre todo al atardecer.


De ahí, nos acercamos a la calle Sainte Catherine, la calle de las tiendas, que obviamente a esas horas estaban todas cerradas, pero no así los restaurantes de comida rápida que abundan por la zona. Elegimos una donde cenar y tomar fuerzas para el día siguiente, ya que nos esperaba un viaje que nos llevaría a la duna más grande de Europa: la Duna de Pilat.

DÍA 2 - Dune du Pyla - Archachón - Burdeos

Nos despertamos pronto y planeamos el itinerario del segundo día. Esta vez tocaba acercarnos a la zona de la Bahía de Arcachón a pasar la mañana. Se encuentra al sur de Burdeos, a menos de una hora. Nos salió un día estupendo y no podíamos desaprovecharlo. Por lo que nos pusimos rumbo a la primera parada: la Duna de Pilat (Dune du Pyla en francés). Esta gran formación de arena mide más de 100 metros de alto y ocupa 2,7km de costa lineal y hasta 500 metros de bosque perteneciente al Parque Natural de las Landas de Gascuña.

Aparcamos en el parking habilitado en la zona y fuimos hacia la duna. La verdad es que impresiona a simple vista. Cruzar un bosque y encontrarte con una pared enorme delante de tus ojos impone bastante. Menos mal que que alguien se le ocurrió la brillante idea de poner unas escaleras para subir hasta arriba, porque de no haber sido así, creo que mis pulmones no hubiesen aguantado. Algunos valientes se atrevían a subir por la misma duna, sin necesidad de escaleras ni nada. No fue ese mi caso.


Una vez arriba, las vistas son alucinantes. Casi llegan a cortar la respiración. A un lado la gran Bahía de Arcachón; al otro, el extenso bosque. Allí arriba se respiraba paz y tranquilidad. Lástima que había mucha gente (aún no siendo época vacacional). Aunque nuestro propósito era recorrer la duna en su totalidad, la dificultad de avanzar que conlleva caminar por la arena hizo que desistieramos en el intento y aprovechamos para sentarnos y admirar el paisaje.



Después del book de fotos de rigor, bajamos la duna, que llegaba la hora de comer y, como ya he dicho anteriormente, la mayoría de los restaurantes franceses cierran sus cocinas antes de las 15:00. Después de deshacernos de un par de kilos de arena que se nos había metido en las zapatillas, cogimos el coche y fuimos hacia Arcachón, famosa por sus ostras. No nos decantamos por ellas, ya que no son plato de nuestra devoción. En su defecto, comimos unas riquísimas "moules marinière frites", o mejor dicho, "mejillones de toda la vida con un plato de patatas fritas al lado". Y después de la comilona, aprovechamos para dar una vuelta por el paseo de la playa y disfrutar del día soleado, aunque ventoso que nos salió.


Y vuelta para Burdeos, que era nuestro último día en la zona, y todavía nos faltaban unas cuantos sitios que visitar. Nuestra siguiente ruta nos llevó desde Arcachón hasta Burdeos, cruzando el Puente de Piedra y volviendo sobre nuestros pasos para aparcar cerca de la zona de la Puerta de Bourgogne, donde se encuentra la Basílica de Sant Michel. Todavía faltaban unas cuantas horas para el atardecer y nos apresuramos para visitar otros muchos sitios de la ciudad, no queríamos dejar ni un recoveco sin ver: el Gran Teatro, el Hotel de Ville (Ayuntamiento), la Catedral de Sant André, la Plaza de la Victoria con su escultura de unas tortugas, la Puerta Cailhau, la estación de trenes Gare Sant Jean...

Y después de una buena pateada por las calles de Burdeos, volvimos a la zona del hotel para cenar, donde había unos cuantos centros comerciales con restaurantes de comida rápida. Pero no sin antes disfrutar de un bonito atardecer visto desde el Lago de Burdeos.


DÍA 3 - París

Y llegó la hora de dejar Burdeos para partir hacia el norte, hacia París, la Ciudad del Amor por excelencia. Teníamos casi 600 kilómetros por delante y tuvimos que madrugar bastante para no perder tiempo.

Casi cinco horas más tarde llegabamos al hotel, un poco alejado también del centro de la ciudad, pero con parada de metro a unos 100 metros de la puerta. Primero tuvimos que buscar sitio donde aparcar. Dejar el coche en la calle no era buena opción, ya que la zona no era muy buena, y no quería que mi coche apareciese sin ruedas y con los cristales rotos después de tres días a la intemperie. A poco más de 200 metros del hotel, había un parking de pago y aunque era un poco caro, no dudamos en dejarlo allí. Nos cobraron unos 69 euros por tres días, pero pudimos descansar tranquilos porque sabiamos que estaba a buen resguardo. Además, no necesitabamos el coche para andar por París, porque su metro, con 14 líneas, llega a todos y cada uno de los lugares más turísticos de la ciudad.

Dejamos las maletas en el hotel y no tardamos ni 5 minutos en ir hacia el metro para empezar con la ruta de tres días que habíamos planificado. Como en muchas ciudades, el metro parisino también tiene bonos para unos cuantos días a un precio bastante económico teniendo en cuenta lo mucho que teníamos que utilizarlo. Si no recuerdo mal, el bono para tres días nos salió por 21 euros por barba.

Primera parada de la tarde: Barrio Montmartre y la Basílica de Sacre Coeur.


El Barrio en sí es una buena zona para comprar cosas típicas de París y también para cenar o tomar una copa. No estuvimos mucho tiempo en la zona porque el día estaba llegando a su fin y todavía teníamos que ir a visitar la atracción turística por excelencia: la Torre Eiffel. Pero antes de eso, pasamos por la Plaza de la Concordia, desde donde se ven los Campos Elíseos en su totalidad, con el Arco del Triunfo a lo lejos.


De camino hacia la Torre Eiffel, también tuvimos la oportunidad de disfrutar de una espectacular vista del Sena, con el cielo nublado y un rayo de sol bañando sus aguas y con la torre de fondo.


En la foto parece que está cerca, pero no. Tuvimos que coger un metro que nos dejó muy cerca de los Campos de Marte. Una vez allí, llegó otra vez la sesión de fotos.


Nos acercamos a la base de la Torre, donde están los puestos para coger los tickets y nos quedamos alucinados de ver tanta gente haciendo cola. Pensábamos que no iba a llegar la hora de entrar. Suerte que uno de los seguratas nos dijo que cogiesemos los billetes en uno de los puestos que estaba vacío y entramos sin tener que hacer ninguna cola (no sé cómo la gente que llevaba tanto tiempo haciendo cola no se habían dado cuenta del truco). La entrada costaba 10 euros por persona y te permitía subir hasta la cima, los dos primeros tramos por las escaleras y el último en ascensor. Menos mal que en cada tramo han acondicionado una zona con información sobre la construcción de la torre, su historia, fotos... A cada tramo que subíamos, las vistas panóramicas de París se hacían más impresionantes. Y para cuando llegamos arriba, ya había empezado a caer el sol.


Fue precioso; ver como el sol se marcha desde uno de los lugares que más ganas tenía de visitar, no tiene precio. El día llegaba a su fin y todavía nos faltaba descender los 1662 escalones de las que se compone y coger el metro pa ir hacia el hotel. No sin antes, claro está, disfrutar de las vistas que brinda la torre de noche.


Primer día en París y ya estábamos tranquilos porque por lo menos habíamos visto lo más significativo de la ciudad. Y como sabíamos que los días siguientes nos iba a llover, nos podíamos dar por satisfechos por haber tenido la oportunidad de subir hasta arriba cuando ni siquiera habíamos barajado la idea.

DÍA 4 - París

El día despertó nublado, pero no llovía. Teníamos un planning que incluía muchas cosas por ver ese día, así que nos despertamos pronto. Eran ya unos cuantos días de viaje y nuestro cuerpo empezaba ya a notarlo. Y aunque nos pedía que nos quedásemos un rato más en la cama, no hicimos caso, nos preparamos y salimos sin desayunar. Ya encontraríamos alguna cafetería donde sirvieran un buen desayuno para darnos fuerza para ese largo día.

Primera parada: el Arco del Triunfo y los Campos Elíseos. Iba ya avisada de que la rotonda donde se encuentra el Arco del Triunfo era uno de los más peligrosos de Europa por la gran aglomeración de coches que suele haber. Pero cuando lo ví con mis propios ojos, no me lo podía creer. Aquello es una de "venga, ahora, y que pase lo que pase". Coches, camiones, autobuses, motocicletas, bicis.... Todos intentando pasar a la vez, como si de una aventura se tratara. Yo no me atrevería ni a acercarme siquiera. ¡Qué locura! Por suerte, hay un túnel subterráneo que te lleva al mismísimo centro de la rotonda: el gran Arco del Triunfo.



Desde alli también se podían ver los más de 2 kilómetros que tienen los Campos Elíseos que no tuvimos la oportunidad de recorrerlos, porque nada más cruzar otra vez el túnel para salir de la rotonda, empezó a llover y no paró en todo el día. Nos lo esperábamos, pero fue una gran p**ada, porque sabíamos que no lo íbamos a disfrutar igual. Menos mal que el metro te lleva a cualquier parte, sino hubiesemos terminado hundidos (más si cabe).

De ahí, nos dirigimos a la zona del Barrio Latino, donde se encuentra la Catedral de Notre Dame. Aunque llovía bastante cuando llegamos allí, la zona estaba repleta de gente bajo sus paraguas. Esta vez no pude sacar todas las fotos que quise. Menos mal que mi smarthphone saca imágenes bastante buenas que quisiera rescatar.


Estábamos empapados, se nos había roto el paraguas y necesitábamos ir a algún restaurante y entrar en calor. Según muchas páginas web, el Barrio Látino es uno de los lugares más económicos y pintorescos para comer. Pero dado el mal tiempo y la hora que era, todos estaban llenos. Intentamos buscar algún sitio callejeando y al final lo encontramos. Era un restaurante muy pequeño, pero muy cuco. Tenía unas 6 o 7 mesas sólo, de las cuales unas estaban en una terracita cubierta y las demás en un mini comedor. Era muy acojedor y el menú estaba bastante bien: primer plato y segundo plato + bebida por 16 euros (postre y pan a parte, como en casi todos los lados). No recuerdo el nombre del restaurante, pero aquí van unas cuantas fotos de lugar...


Con la tripa llena, salimos del restaurante y volvimos a la calle, donde seguía lloviendo sin parar. Nos acercamos poco a poco al Centro Pompidou, pero parece que todos los martes cierran y no tuvimos la oportunidad de entrar. Nos hubiese venido bien, ya que estabámos cansados de caminar bajo la lluvia. Pero poco a poco, y con la ayuda del metro, llegamos a las cercanías de los Jardines de Luxemburgo y el Panteón . El primer lugar de ellos no visitamos porque con ese tiempo no merecía la pena y preferimos ir directos al Panteón.

Impresiona a primera vista. Y más sabiendo que bajo la gran cúpula se encuentran las tumbas de 65 de los grandes ilustres de la historia de Francia, entre ellos, Voltaire, Rousseau, Victor Hugo, Émile Zola o Marie Curie y su esposo, Pierre Curie. Se pueden ver en la cripta que se esconde baja sus cimientos. Otra de las atracciones del Panteón es la réplica del Péndulo de Foucault.



No tengo ninguna foto de la réplica del Péndulo de Foucault. Por suerte, hice una grabación con el móvil y éste es el resultado:


No es la primera vez que lo veía, pero si era el más alto, ya que León Foucault lo instaló aquí porque la gran altura hacía más fácil probar el experimento que demostraba la rotación de la Tierra.

No contentos con ver tumbas de personajes famosos, fuimos al Palacio Nacional de los Inválidos, donde se encuentra enterrado Napoleón Bonaparte. Pero ya era tarde para entrar a la sala donde está el gran ataúd y preferimos levantarnos pronto al día siguiente, ya que así podíamos visitar también las diferentes exposiciones permanentes del lugar: una sobre armaduras y armas de distintas épocas, otra sobre las dos Guerras Mundiales... Nos conformamos con visitar el patio interior donde están expuestos un montón de cañones y armas y también se encuentra una estatua de Napoleón Bonaparte.


No nos dió tiempo a ver mucho, porque en cuanto dieron las seis y media de la tarde, vinieron los gendarmes a decirnos que teníamos que ir saliendo. Había parado ya de llover y la verdad es que se agradecía. El cielo incluso había empezado a clarear y eso nos levantó los ánimos y nos hizo darnos cuenta que todavía quedaban muchos sitios que visitar y cada vez menos tiempo. Cogimos otra vez el metro y, echando otra vez para atrás, nos acercamos a la Ópera Nacional de París. Conocida también como la Ópera de Garnier, es un edificio que enamora a simple vista. Sus adornos en dorado y la historia que esconden sus muros hace que se te ericen los pelos.


A esas horas estábamos ya bastante cansados de andar para arriba y para abajo y, encima, bajo la lluvia, y nos acercamos a las Galerías Lafayette que están justo al lado. Es una especie de Corte Inglés, pero bastante más pijo y de la que entramos, salimos. No creo que encontrara nada que mi economía pudiese permitirse.

Ese día sólo nos quedaba otro sitio que visitar, otro de los lugares que me hacía ilusión visitar después de ver una de mis películas favoritas: Moulin Rouge. Supongo que ya sabréis cuál era nuestro siguiente destino... Para eso, cogimos otra vez el metro y fuimos directos a la estación Blanche. Justo delante, en la misma salida del metro, se encuentra el famoso cabaret parísino. Yo quería verlo de noche y con las luces encendidas, que es cuando ofrece su estampa más bonita. Pero su vista de día tampoco tiene desperdicio. Me encantó!!!


Y de allí, vuelta al hotel, que ya llevábamos bastantes horas caminando y estábamos cansados. Además, elegimos el mejor momento para marcharnos porque justo un poco antes de coger el metro, empezó nuevamente a llover.

Nada más llegar al hotel, visitamos un par de páginas de Internet para poder decidir qué ver al día siguiente en nuestra visita al Louvre. Es taaaaaan grande, que teníamos que elegir las obras más importantes y si nos sobraba tiempo ya visitaríamos más cosas. Además, a la mañana teníamos que ir otra vez al Palacio de los Inválidos, así que tampoco es que tuviésemos mucho tiempo para verlo todo con la atención que se merece.

DÍA 5 - París

Nos despertamos, nos preparamos y nos marchamos del hotel, no sin antes desayunar un par de bollos que cogimos el día anterior para no tener que perder tiempo y dinero teniendo que ir a alguna cafetería. Y fuimos directos a Los Inválidos. Como muchos de los museos de París, los residentes europeos menores de 26 años no tienen que pagar el billete de entrada, una idea que me pareció estupenda, sobre todo en esta época de crisis. Ya podrían aprender muchos otros países, empezando por España.

Como ya habíamos visto el patio el día anterior, fuimos directos al Museo del Ejército, donde se exponen gran variedad de armaduras y armas. A mi la verdad es que no me gustan mucho, me parecen todas iguales. Pero había alguna que otra pieza que me gustó, bien por su originalidad o bien por la historia que guardan.


Luego fuimos a las salas donde se muestra la historia de las dos Guerras Mundiales (según la versión de los franceses). La verdad es que me apasiona la historia de la época y disfruto viendo exposiciones sobre el tema. En ésta concretamente, sentí que faltaba bastante información, sobre todo la relacionada con los judíos y los campos de concentración (sólo había un mini rincón donde se mostraba el típico traje a rayas que vestían los deportados y un par de herramientas rescatadas de la época). No había ni información, ni fotos, ni nada.


La verdad es que esperaba más... Por lo menos me quedaba el consuelo de que yo no tuve que pagar la entrada. Y de allí, fuimos al mausoleo donde descansan los restos de Napoleón Bonaparte. Su tumba está situada en el centro de una cripta circular y alrededor se muestran las hazañas y logros que consiguió durante su reinado. También están enterrados allí Napoleón II (su hijo), José I Bonaparte (el hermano, más conocido como Pepe Botella), los generales Duroc, Bertrand y Lasalle y los mariscales Foch y Lyautey.

La visita a los Inválidos llegó a su fin y, rápidamente, nos fuimos hacia la zona del Louvre, nuestro siguiente destino. Como la hora de comer estaba muy cerca, entramos en la galería de tiendas y restaurantes que hay bajo los cimientos del Louvre, y con un poco de paciencia, pudimos hacernos paso entre la gran marea de gente que había allí y nos hicimos con la comida. Aquello era un horror, no había más que gente y gente por cualquier lado y se hacía imposible buscar un hueco para comer sentados. Tuvimos suerte y encontramos un sitio, donde sin demorarnos, terminamos lo de nuestros platos y sin perder un minuto, fuimos a la zona de la entrada a coger los billetes de entrada.

Como el día anterior habíamos planeado una mini ruta, empezamos con el primer punto de la visita, que no podía ser otra que la Gioconda. Entre empujones y pisotones, llegamos al famoso cuadro. Sabía que el cuadro era bastante pequeño por lo que había leido por la red, pero no me lo imaginaba taaan pequeño. Y me dí cuenta también de que lo que dicen sobre su mirada es verdad: da igual por qué ángulo lo veas, la Mona Lisa siempre te está mirando.

Se nota que es una de las obras más famosas del museo, porque mientras que la zona donde se encontraba la Gioconda era impracticable, con sus hordas de turistas, otras zonas estaban más bien vacías.

Como es normal, no pudimos disfrutar al 100% de todas las obras porque, si mal no recuerdo, las galerías tienen aproximádamente 13 kilómetros de recorrido. Obviamente, no pudimos ver todas y cada una de las obras de las que se compone el museo, pero creo que no nos dejamos ninguna importante por el camino. Aquí va un pequeño recopilatorio de las obras más famosas.


Como (creo) que he dicho anteriormente, nosotros no entendemos de arte y es por ello por lo que no disfrutamos todo lo que podíamos de cada una de las piezas expuestas. Pero he de decir que me gustó mucho poder ver algunas de las obras más importantes de la historia. 

Y para cuando nos dimos cuenta ya estaba atardeciendo y llegaba la hora de volver al hotel. Pero no podíamos dejar sin fotografiar la pirámide de cristal que es, sin duda, de lo más característico del Louvre. 


Nuestro último día en París llegó a su fin y después de coger algo para cenar, nos fuimos al hotel, que al día siguiente nos esperaban casi 500 kilómetros de viaje por delante para llegar a La Rochelle. Teníamos que descansar que con la caminata que nos pegamos ese día (sobre todo dentro del Louvre) nos había dejado exhaustos. 

DÍA 6 - La Rochelle

Preparamos la maleta, pagamos el hotel, cogimos el coche y nos pusimos rumbo a nuestro siguiente destino: La Rochelle. No recuerdo muy bien cuánto tiempo nos llevó el viaje, pero teniendo en cuenta que eran algo más de 470 kilómetros de ruta, calculo que tardamos algo así como 6 horas con parada incluida para comer.

Llegamos a eso de las 16:00 al hotel, nos registramos, dejamos las maletas y otra vez al coche, para acercarnos al centro de la ciudad. La Rochelle no es muy grande, pero como tampoco teníamos tiempo de andar a lo loco, aparcamos al lado de una de las torres de la ciudad y decidimos acercarnos a la Oficina de Turismo y hacernos con un mapa de la zona. Queríamos ir a visitar las tres torres de la ciudad, pero era tarde y no merecía la pena porque el recorrido duraba dos horas y media, y sólo quedaba una hora para su cierre. Y hubiese sido una visita interesante porque las torres datan de entre los siglos XIII y XV y son vestigios de las fortificaciones de la ciudad. La Torre de la Chaîne y la Torre de Saint-Nicolas eran residencias palaciegas y formaban la defensa de la entrada del puerto. La Torre de La Lanterne fue faro y prisión y entre sus muros hay testimonios en forma de pintada escritos por los presos que fueron encerrados en el lugar.


Un paseo y un aperitivo después, elegimos la ruta a seguir y comenzamos a callejear en busca de edificios y monumentos interesantes de ver, pero tampoco vimos gran cosa y volvimos sobre nuestros pasos, para coger el coche y fuimos hacia la zona vieja de la ciudad, donde se encuentra el puerto deportivo. Allí tenían montado un buen sarao, con carpas, música y jóvenes, muchos jóvenes. Al parecer esos días se estaban celebrando campeonatos de vela o algo parecido (no le dimos mucha importancia, la verdad). Justo al lado, está la playa Las Minimes desde donde se puede ver una réplica del Faro del Fín del Mundo. Hacía mucho viento y la arena se nos metía en los ojos, pero eso no fue impedimento para fotografiar el momento y las vistas.


Y vuelta otra vez hacia el Puerto Viejo. Habíamos visto un parque cerca y con el buen tiempo que hacía, apetecía dar un paseo por los jardines. Cual fue nuestra sorpresa cuando al llegar allí, encontramos un mini zoo gratuito en el interior. Allí, patos, pavos reales, ciervos y cabras vivían en zonas valladas habilitadas para ello, junto con otros cuantos animales más. Hacía tiempo que no veía de cerca un pavo real con su plumaje abierto. Son preciosos...


Nos lo pasamos genial dándoles de comer a la cabras, pero llegaba la hora de buscar sitio para cenar y después de hacer una parada en la playa y contemplar la caída del sol, fuimos hacia la zona del puerto viejo. Allí, entre todos los restaurantes (la mayoría de ellos bastante caros para mi bolsillo), elegimos uno donde servían los famosos mejillones con patatas fritas y junto con una ensalada que estaba deliciosa y un segundo plato, saciamos nuestro apetito y nos marchamos al hotel, no sin antes perdernos por las calles de La Rochelle que estaban plagadas de obras en carretera y señalización deficiente (el GPS nos dejó tirados y tuvimos que dar varias vueltas por la misma zona hasta encontrar el camino adecuado).


DÍA 7 - Bayona - Biarritz - San Juan de Luz - Donostia-San Sebastian

20 de abril. Tal día como ese, hace 26 años nací yo. Era un día especial; era mi cumpleaños. Y la intención era celebrarlo disfrutando de una bonita visita a la zona vascofrancesa. Ese día tocaba acercarnos a Bayona, donde habíamos cogido el hotel. Lástima que el día no acompañaba. Estaba muy nublado y tenía pinta de que iba a empezar a llover de un momento a otro. Y así ocurrió. Nada más llegar a Bayona y pasear un rato por sus calles en busca de algún restaurante, empezó a lloviznar y se hacía incomodo andar así. Además, todos los sitios donde daban de comer sólo lo hacían hasta las 14:30 y ya no nos atendían en ningún lado. Al final, el dueño de uno de los restaurantes a los que fuimos nos indicó que el único sitio cercano donde todavía servían comidas era una hamburguesería. Así que allí que fuimos. Pensábamos que sería un bar donde, además de hamburguesas, preparasen también platos combinados, raciones, bocadillos, ensaladas... Vamos, como un típico bar de por aquí. Pero para variar, como todas las hamburguesas que nos habíamos comido durante esos días parecían no ser suficientes, nos tuvimos que conformar con otra y una ración enana de patatas. Decidimos tomar el postre en otro lado y fuimos a un puesto donde vendían creps con nutella, gofres...

Seguía lloviendo y tras comer el postre bajo los andamios de un edificio para protegernos de la lluvia, fuimos hacia el coche porque habíamos decidido acercarnos a Biarritz. Y fue todo un acierto, porque aunque están muy cerca, allí no llovía. Aparcamos al lado de una de las playas, donde se encuentra la famosa Virgen de la Roca. La vista era impresionante. Como hacía mucho viento, el mar estaba enfurecido y pudimos disfrutar de una espectacular sesión de olas que llegaban hasta la carretera.









Aprovechamos que hacía sol para dar una vuelta por la zona. Nos acercamos primero a la Virgen de la Roca, pero estaba de obras, y por el fuerte oleaje, estaba prohibido cruzar a partir de cierto punto. Así que nos conformamos con sacar unas cuantas fotos desde allí y fuimos bordeando la costa, hasta llegar a la zona del puerto viejo y la playa.













Caminamos por las calles de Biarritz, plagadas de tiendas de recuerdos y moda. Pero no encontrábamos nada que llevar a nuestros familiares. Eso nos pasa por no habernos acordado antes y haberles comprado algún recuerdo en París. Así que nada, nos fuimos con las manos vacías, porque para comprar ikurriñas, monigotes vestidos de "dantzaris" o manteles con "lauburus" no teníamos que ir tan lejos, ya que en nuestros pueblos también podíamos encontrarlos.

Cogimos el coche y condujimos por la zona, visitando Bidart, San Juan de Luz, Urrugne, Hendaya... y cruzando la frontera nos acercamos a Hondarribia, para finalmente terminar en Donostia, todo ello sin salir del coche. Por el camino habíamos trazado un plan que consistía en ir de pintxos y potes por Donostia y cenar en alguno de los restaurantes para celebrar mi cumpleaños. Así que eso hicimos, comimos un par de pintxos y paseamos por la zona del puerto viejo y La Concha, para seguir haciendo hambre y cenar en el restaurante donde habíamos tomado el primer pote, ya que el menú especial que ofrecían tenía muy buena pinta.













La cena consistía en un chuletón a la brasa para dos, acompañado de patatas, ensalada y pimientos rojos y regado con una buena sidra. Todo ello por sólo 40 euros. Excelente relación calidad-precio. A juzgar por estas fotos, se puede ver que nos pusimos finos...


Y para colmo, la pedazo de sorpresa que me dieron me dejó boquiabierta. En algún momento que yo no me enteré, mi pareja pidió al camarero que trajese un mini postre con una velita por mi cumple. Y ellos, no sólo cumplieron con el pedido, sino que lo superaron. Me hizo una ilusión enorme y me sentí muy agradecida por el detalle. Lo tendré en cuenta la próxima vez que visitemos Donostia porque el trato que nos dieron fue exquisito. No hay más que ver el postre que se curraron...

Y con el estómago a punto de explotar y unas cuantas copitas de sidra (yo un par más ya que no conducía) volvimos de vuelta a Bayona, donde nos esperaba el hotel. Y por fin, por primera vez en toda la semana, pudimos disfrutar de canales de tv en español y como al día siguiente no hacía falta madrugar, dado que era el último día del viaje y volvíamos a casa, aprovechamos para navegar por Internet y ver la televisión hasta la hora que nuestros ojos dijesen "¡Basta!".

Había sido el cumpleaños perfecto (menos por la lluvia). No hubiese podido ser mejor, aunque tampoco hubiese estado mal poder celebrarlo junto con la familia y los amigos. Pero me quedaba el consuelo de que en dos días volvía a verles y entonces recibiría todos los abrazos y felicitaciones que ese día no pudieron ser. Y también estaba feliz, porque todo el mundo que quería se había acordado de mi día y bien por redes sociales, whatsapp o teléfono me habían felicitado.


DÍA 8 - Hendaya - Fin del viaje

Último día de viaje y, como no, llovía mucho. El plan era recoger todo e ir hacia Hendaya a desayunar. Llegabamos y llovía un poco, así que sacamos un par de fotos de las rocas conocidas como "Las Gemelas" y aparcamos cerca del centro.



Allí nos comimos nuestro último crep con nutella que tanto nos gustaban y paseamos por sus calles. Aunque había parado de llover, ya estábamos cansados y decidimos comenzar el viaje de vuelta a casa. Y menos mal, porque nada más llegar al coche y recorrer un par de kilómetros, comenzó a diluviar y siguió así casi hasta llegar a casa.

El viaje había terminado, pero no acababan las sorpresas. Ese día celebraríamos el cumple de dos familiares y el mío y a la noche cenábamos con otros familiares. Y todavía quedaba pendiente el banquete del día siguiente para celebrar mi cumpleaños con mis padres.

Sin lugar a dudas, puedo decir que fueron unas vacaciones alucinantes donde pude cumplir algunos de mis sueños, y disfrutar de todo ello en la mejor compañía.

Ya estoy deseando a que lleguen las próximas vacaciones... Lástima que tenga que esperar hasta agosto para poder tomarlas...

martes, 12 de junio de 2012

Luis Fonsi... el artista que nunca falta en mi lista de reproducción

Hoy toca noche de Gran Hermano y como cada gala, aquí me hallo, portátil y móvil en mano, comentándolo con mis compañeros de trabajo. Sí, yo veo Gran Hermano, y no lo escondo, como muchos que también lo ven y lo niegan por "miedo" a que la gente le juzgue. Lo veo desde su comienzo, allá por el año 2000, y aunque haya cambiado una barbaridad desde esa primera edición, sigo siendo fiel al programa. Pero que quede claro, tampoco soy de las que se tragan todos los resúmenes, los directos y las galas "de pe a pa". El concepto y la dinámica han cambiado mucho a lo largo de estos 12 años y también el hilo principal de las galas, enfocado la mayoría de las veces a atacar y desmerecer a ciertos concursantes y alabar y engrandecer a otros tantos, según les apetezca a los conductores del programa.


Este año está clarísimo que la gente ha votado bajo la influencia de las opiniones vertidas tanto por la presentadora como por los ex concursantes que día tras día, se reúnen en las gradas del plató con hambre de fama que no pudieron conseguir tras su paso por el programa. Es por eso que para mí, el programa ya ha perdido toda su gracia. Aunque esto no significa que no vaya a seguir viéndolo, ya sólo por mero cotilleo. 

Pero bueno, vamos al lío, que como siempre, me voy por las ramas y termino mezclando churras con merinas. 

Hoy vengo con un post sobre uno de mis cantantes favoritos: Luis Fonsi.


Soy de esas personas que le gustan escuchar desde pop, hasta rock, pasando por baladas y música tradicional vasca. Vamos, que aceptó un amplio repertorio de estilos musicales como banda sonora de fondo. Pero no sé por qué, este hombre me encanta. Su sentimiento, su pasión a la hora de cantar, sus letras, su aspecto... TODO, desde los pies a la cabeza. Me parece un gran artista que, aunque se haya centrado básicamente en la composición de baladas, ha sabido llegar a millones de seguidores en todo el mundo. Tiene una increíble presencia escénica y sus directos son realmente buenos. Su voz y su saber estar en el escenario hace que se me cae la baba cada vez que escucho sus canciones. 

Son muchas las que podría mencionar, pero aquí van unas cuantas, las que nunca han faltado en mis aparatos de música, desde el walkman, pasando por el discman y el mp3, hasta llegar al móvil (porque ya son muchos años desde que le sigo):

- "Perdóname" del álbum Comenzaré (1998)


- "Imaginame sin ti" del álbum Eterno (2000)


- "Quisiera poder olvidarme de ti" del álbum Amor Secreto (2002)


- "La fuerza de mi corazón" del álbum Abrazar la vida (2003) - dúo con Cristina Valemi (BSO de la película "El Cid: La leyenda"


- "Nada es para siempre" del álbum Paso a paso (2005)


- "No me doy por vencido" del álbum Palabras del silencio (2008)


- "Quién le va a decir" del álbum Palabras del silencio (2008)


- "Llueve por dentro" del álbum Palabras del silencio (2008)


- "La mentira" del álbum Palabras del silencio (2008)


- "Todo vuelve a empezar" del álbum Palabras del silencio (2008) - con Laura Pausini


- "Aquí estoy yo" del álbum Palabras del silencio (2008) - con David Bisbal, Aleks Syntek y Noel Schajris


- "Nunca digas siempre" del álbum Tierra Firme (2011) - Y la versión cantando a dúo con Merche (2012)





Podría seguir con la lista de las mejores canciones del artista, pero creo que llega la hora de irse a la cama. Sin darme cuenta, entre ver la gala y escribir este post, me han dado la 01:45. La verdad es que tengo mil cosas más sobre las que escribir, pero el tiempo y las ganas a veces juegan en mi contra. Y ahora mismo es el sueño el que está ganando la batalla. Así que.... Buenas noches!!!

domingo, 10 de junio de 2012

"La Invención de Hugo" de Martin Scorsese

Ayer tocó noche de pizza, palomitas y película. Hacía tiempo que lo iba necesitando y como los últimos días he estado un poco mala, decidimos quedarnos en casa. La verdad es que de vez en cuando se agradece, no sólo porque es una buena oportunidad de descansar, sino que también le viene bien al bolsillo.


Repasando la extensa lista de películas que tengo en el disco externo, nos decidimos por una que la teníamos pendiente desde hace tiempo: "La Invención de Hugo" de Martin Scorsese. Las expectativas que nos habíamos creado eran muy altas, quizá por la cantidad de premios a los que había sido nominado entre ellos 11 premios Oscar (ganando 5 de ellos), 3 Globos de Oro (por la que Scorsese consiguió su tercer premio como mejor director) y 2 Premios BAFTA. Pero nos dejó con sabor agridulce. Esperábamos más. Mucho más. Con esto no quiero decir que sea una mala película ni nada por el estilo, pero le faltaba algo y no sabría decir el qué.


La película está basada en el libro "La Invención de Hugo Cabret" de Brian Selznick. La historia está ambientada en el París de los años treinta y cuenta la historia de un chico de unos 12 años que vive sólo en la estación de Gare Montparnasse desde que su padre murió en un incendio, quedando bajo la responsabilidad de su tío, un relojero alcohólico que trabaja como responsable de mantenimiento de los relojes de dicha estación. Hugo deambula por entre las paredes de la estación arreglando los relojes, tal como su tío le enseñó, y robando comida para subsistir y alguna que otra pieza mecánica para reparar a un autómata que encontró su padre en el museo en el que trabajaba y que supuestamente era capaz de escribir por sí sólo. Su padre anotó todos los datos sobre el arreglo en una libreta pequeña y Hugo intentaba seguirlos al pie de la letra, pero no conseguía encontrar una de las piezas fundamentales para su funcionamiento: una llave con forma de corazón que haría que el autómata cobrase vida.


Un día es capturado por Georges Melies, el propietario de una tienda de juguetes, y se apodera de su cuaderno. Le sigue hasta casa con la intención de recuperarlo y allí se encuentra con Isabelle, la ahijada de Melies, quien le promete que éste le devolverá su cuaderno. Para ello, Hugo trabaja en la tienda de juguetes como ayudante. Mientras, Hugo e Isabelle se hacen cada vez más amigos. Un día le muestra un colgante, regalo de su madrina. ¡Qué casualidad! Es la llave con forma de corazón que tanto habían buscado los Cabret. Con ella, son capaces de hacer funcionar al autómata, quien reproduce la escena de una película mediante su pluma estilográfica, la misma película de la que su padre le había hablado: "Viaje a la luna" del cineasta Georges Melies. Ambos se sorprenden al enterarse de eso y deciden ir a preguntárselo a Jeanne, mujer de Melies y madrina de Isabelle. Ésta les da largas y les hace esconderse en una habitación para no ser sorprendidos por su marido, donde encuentran gran cantidad de viejos dibujos y fotografías de sus trabajos, que confirman que Melies fue un gran cineasta que llegó incluso a inventar los efectos especiales. Se vio obligado a dejar ese mundo cuando llegó la I Guerra Mundial y tuvo que vender todas sus posesiones, abriendo al final una juguetería con el dinero conseguido. Creía que una de sus creaciones más importantes, el autómata, había sido destruido en el incendio que mató al padre de Hugo, pero éste le muestra que no es así, que el autómata está en su posesión, en la estación de trenes.

Cuando se dirige allí, le detiene el inspector de seguridad de la estación por todos los hurtos que había cometido, pero por suerte Melies y su familia llegan a tiempo y terminan liberando a Hugo, quien queda bajo la tutela de Georges. La película termina con una gala en homenaje al cineasta con motivo de que habían conseguido recuperar y restaurar cerca de 80 películas suyas.



La historia es muy bonita y los actores, sobre todo los dos niños, hacen un papel estupendo. Pero sigo pensando que le falta "chicha". Algo más de fantasía, algo más de acción... Creo que se le ha dado demasiado bombo a la película y, en mi humilde opinión, no pasa de un aprobado. Seguramente la novela me hubiese gustado más y lo apuntaré en mis lecturas pendientes por si algún día me apetece leerlo.

Para más información, dejo aquí la ficha de la película:

- Título: La Invención de Hugo
- Basada en: "The Invention of Hugo Cabret", libro de Brian Selznick
- Dirección: Martin Scorsese
- Producción: Tim Headington, Graham King, Martin Scorsese y Johnny Depp
- Guión: John Logan
- Música: Howard Shore
- Fotografía: Robert Richardson
- Montaje: Thelma Schoonmaker
- Elenco: Asa Butterfield (Hugo), Ben Kingsley (Georges Melies), Sacha Baron Cohen (inspector de la estación), Chloë Grace Moretz (Isabelle), Jude Law (padre de Hugo), Ray Winstone (tío de Hugo), Hellen McCrory (Jeanne Melies)...
- Fecha de estreno: 23 de noviembre de 2011 en USA (24 de febrero de 2012 en España)
- Género: Aventuras / Drama
- Duración: 128 minutos

Y con esto y un bizcocho, me despido por hoy.