lunes, 6 de febrero de 2012

ESCOCIA - Un país con encanto

En el 2005 tuve la oportunidad de visitar este impresionante país lleno de magia y encanto. Mi primo estudiaba y trabajaba en Edimburgo, por lo que aproveche para hacer una escapadita junto con amiga. Teníamos 19 años y la economía de esa época no nos permitió quedarnos más que una semana que se nos hizo más corta de lo normal. Pero así y todo pudimos disfrutar de los sitios más conocidos e impresionantes del país.

Como es muy difícil resumir toda la información que se puede dar sobre Escocia y sus fantásticos lugares para visitar (que son muchos), prefiero hacer un resumen de cómo fue mi estancia cuando estuve allí y hacer una breve descripción de lo que pude ver en esa semana.

- Edimburgo: Pasear por sus calles es una auténtica gozada, ya que sin darte cuenta pasas de estar en una ciudad del medievo (Old Town) a estar en una de las urbes más modernas (New Town), declaradas ambas patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1995. Sin lugar a dudas, Edimburgo tiene un encanto especial: sus callejuelas, sus edificios históricos, su gente... Entre los lugares más interesantes de la ciudad se encuentra "El Castillo de Edimburgo" asentado en una roca de origen volcánica a la que llaman Castle Rock. Justo en la parte de abajo de ese risco, se encuentran la Princes Street Gardens, la cual separa Edimburgo en dos mitades. Otro de los edificios más impactantes de la capital es la del Parlamento de Escocia, situado en la zona de Holyrood y a los pies de la colina "Arthur's seat". Os aconsejo también que visitéis los diferentes museos de la zona: National Gallery of Scotland, Scottish National Gallery of Modern Art, Royal Botanic Garden Edinburgh... Y también debéis visitar la estatua de Bobby Greyfriar, el pequeño terrier que estuvo sentado en la tumba de su dueño durante 14 años. El cementerio municipal tampoco tiene desperdicio. Hay mil cosas más para visitar en esta encantadora ciudad y lo mejor que podéis hacer es que en cuanto lleguéis, vayáis directamente a la oficina de información turística que esta situada en el mismo Princess Street.


- Inverness: No tengo mucho que decir de esta ciudad, porque no tuve la oportunidad de visitarla. Nada más paré para coger otro autobús que nos llevaba a Drumnadrochit, muy cerquita del Lago Ness. Inverness está a 261 kilometros de la capital y se tarde unas 5 horas en autobús. Y de ahí al pueblecito a orillas del Lago más famoso de Escocia hay como unos 30 minutos. Una vez allí, hay que andar un poquito para poder llegar a la orilla. Os aconsejo que preguntéis bien la ruta en el puesto de información que hay en la entrada del pueblo, ya que nosotras pecamos de sabiondillas (ibamos con un mapa) y al final tuvimos que preguntar a varios vecinos que nos hicieron dar más vueltas que una peonza. En fin, que al cabo de un buen rato llegamos a un pequeño embarcadero y pudimos disfrutar de las espectaculares vistas que nos ofrecía el Lago Ness. La pena es que no fuimos por el camino adecuado y no pudimos ver el pequeño castillo que se erige en una parte de la orilla. Pero aún así, nos quedamos muy contentas con lo visto. Cogimos un par de piedras del fondo del lago y un poco de agua para llevarnos de recuerdo, y partimos de nuevo rumbo al autobús que nos devolvía a Inverness y después a Edimburgo.


- St. Andrews: está situada en la costa este de Escocia y es una de las ciudades más antiguas e históricamente importantes. En ella podemos encontrar la que antaño fue la catedral más grande de toda Escocia, actualmente derruida, un castillo también derruido y una de las universidades más antiguas y prestigiosas de todo Reino Unido. También podemos encontrar allí dos de los clubes de golf más antiguas del mundo: el Royal an Ancient Golf Club of St. Andrews y el Old Course de St. Andrews. La ciudad nos ofrece unas increibles vistas del mar. Y lo dicho, no os olvidéis de visitar sus espectaculares y maravillosas ruinas. 



- Rosslyn: En este pequeño pueblecito podéis encontrar la Capilla Rosslyn (Rosslyn Chapel) que data del siglo XV. Por fuera puede parecer bastante maltrecha, pero una vez dentro puedes ver las maravillas que aún perduran después de tanto tiempo. Esta capilla encierra muchas leyendas relacionadas con los templarios. Tanto es así que el escritor Dan Brown ambientó allí el último capítulo de su novela que le catapultó a la fama, El Código Da Vinci. Los protagonistas acuden a la Capilla de Rosslyn tras descibrar uno de los enigmas que aparecía en la tumba de Sir Isaac Newton. Todo apuntaba a que allí se encontraba el famoso Santo Grial, pero al final, lo único que descubren es la verdad sobre la familia de una de las protagonistas, Sophie Neveu. Y qué casualidad, el día que fuimos a visitar esta hermosa capilla la película se estaba grabando allí, pero los actores no venían hasta tarde, por lo que no pudimos ver ni a Tom Hanks, ni a Audrey Tautou, ni al director Ron Howard. Pero así y todo mereció la pena visitar este pequeños pueblecito. Además, tuvimos la suerte de entrar gratis a la capilla porque nos colamos... Jajajaja!!!






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