miércoles, 28 de enero de 2015

Viaje de novios (parte II)

Bueno, pues aquí estoy para hacer un breve resumen de la segunda parte de nuestro viaje de novios. Breve porque, como bien dije en el post anterior, Punta Cana es para descansar y pasar unas vacaciones relajadas. Y es que después de las pateadas que nos pegábamos en Nueva York y el estrés preboda, lo mejor es tomarse un break de este tipo. 

De hecho, el viaje lo planificamos con ese propósito: la primera semana queríamos aprovecharla para patear y conocer sitios, los máximos posibles teniendo en cuenta el poco tiempo que teníamos para visitar un sitio tan grande y variado como Nueva York; y para la segunda semana queríamos sol, playa, mar, piscina, cócteles... cualquier cosa que estuviese ligado al relax y el desestrés. Y eso es lo que hicimos básicamente. 

El trayecto entre Nueva York y la República Dominicana duró unas 4 horas y nada más llegar al aeropuerto de Punta Cana, una decena de mozos de carga esperaban para rápidamente cogernos las maletas y acercárnoslas a la furgoneta que nos acercaría a cada uno de los hoteles. Pero eso tenía truco: una vez llegabas a la furgoneta se te quedaban mirando para que les dieses algo de propina (cosa que nosotros no hicimos). Sintiéndolo mucho, ya nos pareció suficiente timo que tuviésemos que pagar tanto como para entrar en el país (10$) como para salir (20$), cosa que aún, a día de hoy, se me hace incomprensible. ¿El impuesto de entrada y salida en el país no debería estar ya incluido en el coste del vuelo? En fin...

El resort que nosotros elegimos era el Grand Palladium Punta Cana Resort & Spa, un complejo dividido en 3 hoteles ubicado en la Playa Bávaro (justo donde se juntan el Mar Caribe y el Océano Atlántico). Nada más llegar, me gustó el detalle de bienvenida que nos dejaron en la habitación: una banda que rodeaba la puerta donde se leía "Recién casados", una fuente con fruta y un cisne hecho con toallas al lado del jacuzzi. 


Nuestros días se basaban en desayuno, playa o piscina, comida, mini siesta, piscina, cena y discoteca. Personalmente, me dediqué a probar cada uno de los cócteles que servían en el resort, y he de decir que aunque nos pasábamos todo el día entre cervezas y combinados, el calor hacía que no se nos subiese a la cabeza. 

En cuanto a la comida, había cinco restaurantes buffet que es donde íbamos a la hora de la comida. Cada día intentábamos probar cada una de ellas, hasta que nos dimos cuenta que el menú era bastante parecido en muchos de ellos. Para las cenas, había 8 restaurantes a la carta en los cuales aunque no era necesario hacer reserva, sí que se recomendaba ir pronto ya que se llenaban muy rápido y más de una noche nos tuvimos que marchar sin poder cenar en el lugar elegido.  Cada uno tenía una temática que iban desde japonés a brasileño, pasando por comida mexicana, mediterránea e italiana. Había hasta uno de comida española que se llamaba "Tapeo". 


Y después de las cenas, nos íbamos a la discoteca donde cada día organizaban fiestas temáticas y los animadores amenizaban las noches mediante sus bailes y juegos. 


Durante nuestra estancia en el resort, teníamos la oportunidad de ir contratando paquetes de excursiones para poder practicar snorkel, nadar con tiburones y mantas rayas, hacer una fiesta en un barco... Y así lo hicimos. Nuestra excursión empezaba con una ruta en quad de cerca de dos horas donde nos lo pasamos como enanos. Hicimos una parada en mitad del recorrido para bañarnos en mitad de la selva. 


La excursión siguió con un paseo en barco desde donde pudimos ver los hoteles más exclusivos y las mansiones más grandes, entre las que estaban las del cantante Julio Iglesias y el diseñador de moda Oscar de la Renta. Fue un paseo muy agradable sobre aguas cristalinas que nos llevó a una playa donde nos sirvieron la comida. Tras llenar el buche y pegarnos un buen chapuzón, cogimos nuevamente el catamarán para ir volviendo poco a poco al final del recorrido, pero no sin antes parar en un banco de arena en mitad del mar para tomarnos un par de tragos mientras disfrutamos de la calidez del agua del mar. 

Fue una semana que en parte se hizo larga porque todos los días nos parecían iguales, pero que sin duda alguna mereció la pena ya que nos permitió volver con las pilas cargadas. 

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Ahora que he terminado con el resumen del viaje de novios al completo, me doy cuenta de lo mucho que echo de menos esos días en los que no teníamos que preocuparnos más que por nosotros. Y me da una envidia... Ahora, entre la maternidad que no es que la esté llevando muy bien (ya hablaré de esto más adelante), el trabajo, el piso aún sin amueblar... paso los días preocupándome por esto y por lo otro, y me doy cuenta de que no estoy disfrutando tanto como quisiera de mi nueva vida. 

Peeeeeroooo.... como bien dice uno de mis propósitos de año nuevo, voy a intentar ser más positiva y apartar de mi lado lo malo y dejar que lo bueno se imponga ante todo (algo que últimamente se me está haciendo un poco difícil...). Con paciencia y determinación, se puede conseguir todo. 

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